domingo, 18 de febrero de 2007

Sobre cómo cuantificar el alma

Querido y anónimo lector:

No sé si le interesará demasiado esta información, pero ahora mismo, en estos momentos, cuando son las diez menos cuarto de la noche me encuentro un 70 % cansado, pero un 80 % feliz, un 60 % dándole vueltas a la cabeza y un 100 % distraido. Eso sí, que también me encuentro un 90 % indignado con bastantes cosas que veo en mi escuela y un 50 % esperanzado en el cambio, además de un 30 % triste por ello y un 20 % decepcionado por algunas personas. Hay días que esa decepción llega al 100 % y días en que me encuentro un 90 % feliz (nunca se está feliz al 100 %) porque el mundo gira adecuadamente. Tengo un 5 % de ira hacia mis compañeros (a pesar de todo) y a ratos llego a tener un 80 % de enfado con mis alumnos y alumnas.

Si hacemos una media de todo ello resulta que tengo un 6,45 sobre 10. No sé muy bien lo que significa, pero me alegro al menos de estar aprobado. Es más, si me lo trabajo un poco, podría llegar al notable.

El otro día decía un compañero (paradójicamente, de matemáticas) que eso de tener en cuenta el progreso, las actitudes y el nivel de partida está muy bien... pero "¿cómo lo cuantifico?", decía él.


Habitualmente, lo que hacemos es evaluar con un examen, y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Incluso yo que nunca hago exámenes sí los hago cuando me los piden los alumnos, así que ni siquiera yo podría apedrear (me quedo con las ganas).
Y con un examen lo que hacemos es poner un número a algo tan sumamente abstracto e impreciso como es el aprendizaje humano, el avance o no de los esquemas mentales de la persona que tenemos delante. ¡Casi nada!

¿De verdad creemos los profesores que estamos siendo justos cuando pedimos las mismas cosas a todos a la vez? ¿de verdad nos creemos tan hábiles en nuestras preguntas y tan exactos en nuestro modo de desenvolvernos en el aula que consideramos este sistema infalible?

Dudo mucho que incluso el mejor de los psicólogos o psiquiatras consiguiera medir avances humanos con una sola prueba (no hablo de la inteligencia, claro está, que es otra cosa muy distinta).
Es curioso que un profesor próximo a jubilarse tenga problemas serios al cuantificar conductas. Dice mucho no solo de él, sino sobre todo del sistema, que luego exige pruebas objetivas, documentales, datos, cifras de aprobados y suspensos... y eso es lo único que llega a la opinión pública. Yo siempre digo a mis alumnos que lo de poner una nota me resulta muy incómodo (¿quién soy yo para poner nota al aprendizaje de una persona?)

Queridos lectores, aún a riesgo de resultar entrometido, les cuento mi propuesta: ¿qué tal si escuchamos la voz del alumno que evaluamos junto a la de sus compañeros y junto a la del profesor? Si los tres están de acuerdo en una calificación, seguramente ésta será la más justa. No partiendo del "status" de profesor o de alumno, sino de los argumentos.


PRUEBEN USTEDES, LECTORES PROFESORES preocupados por lo cuantificable.

Un único apunte: me encuentro sólo un 50 % esperanzado en que lo pruebe. Anímense, a ver si subo la nota.

No hay comentarios: