viernes, 25 de abril de 2008

Moricos y tonticos

Era una tarde cualquiera en un pueblo cualquiera de cualquier lugar del mundo. El calor empezaba a invitarnos al aire acondicionado, la cervecita fría y a cualquier otra cosa que no exigiera un gran esfuerzo físico o intelectual. Más por aburrimiento que por auténtico interés, me hallo en mitad de un centro comercial. Ya saben, esos sitios donde la gente compra lo que no necesita y donde cobra sentido aquello de la "sociedad de consumo", de la que al parecer nos alimentamos todos. Tal es la influencia de este modo de ver la vida, que un servidor de ustedes terminó comprando (no sabía muy bien para qué), uno de esos tantos objetos inútiles e inicialmente preciosos pero que al poco tiempo no sabes qué hacer con ellos. Al estar en el mostrador pagando, escuché cómo una mujer decía a la dependienta:

  • Clienta.- ¡Ay que ver cómo está todo! ¡Ay que ver cómo está la vida! Yo no sé adonde vamos a llegar con tantos moricos. Los moricos están bajando muchísimo el nivel de la escuela, y yo creo que lo mejor que podemos hacer es amargarles la vida y echarlos a la calle, cuanto más tiempo mejor. Es que si no aprenden, es porque no les da la gana aprender, además molestan constantemente y no dejan a los que sí quieren estudiar. Eso por no hablar de la cantidad de dinero que se gasta en ellos: refuerzos, becas, ayudas a la familia... ¿para qué? para que luego lo agradezcan así, con un mal comportamiento en la escuela, sin aprovechar las ayudas... lo mejor es echarlos. Yo le he dicho al tutor de mi hijo que les pongan todas las amonestaciones que sea posible con tal de que estén más tiempo en la calle que dentro.
  • Dependienta.- Ya ve usted, señora -asentía la dependienta, con una mezcla de desidia, apatía y desconcierto-.
  • Clienta.- Y es que los profesores no saben ya lo que hacer, porque además están desbordados. Ahora resulta que en los institutos hay grupos de tonticos -dijo la señora refiriéndose a los grupos de educación especial- y claro... entre unos alumnos y otros los pobres... están que no pueden... Además, no todo el mundo vale para llevar adelante un grupo de tonticos.
  • Dependienta.- Sí que es verdad, señora, sí que es verdad...

Al final, decidí largarme de la tienda sin comprar esa inutilidad preciosa que había elegido. La conversación me había dejado sin palabras y sin aliento. "¡Iré a por una cerveza!" -pensé-.


--------------------------


Breve cuestionario a partir del texto anterior:

1.- ¿Qué pensaría usted si lo narrado no hubiera sucedido en un centro comercial, sino en la sala de profesores de una escuela, y no entre una clienta y una dependienta, sino entre profesores?

2.- ¿Ve usted alguna relación con el comentario y que el profesor que lo dijera fuese de matemáticas?

3.- ¿Debemos permitir esto en el sistema educativo? ¿no se puede hacer nada?

4.- ¿Vale todo el mundo para trabajar en la enseñanza, o se necesitan un cierto tipo de personas, preferentemente que respeten los derechos humanos y de la infancia?



Ciertamente, cuesta creerlo... frótese los ojos... quítese la cera de los oídos... alerta, siempre alerta si tiene algún hijo o hija en edad escolar. Lo narrado es completamente real, como la vida misma.



------------------