lunes, 22 de enero de 2007

Yo y el expertismo



Sí, sí... esta vez creo que me he inventado un "palabro" nuevo... "expertismo". Y la cotidianeidad de las aulas me hace no gozar ya de mi status de profe vacacionero. Por eso ni siquiera me voy a preocupar por buscarla en el diccionario.

El "expertismo" o "expertitis" es esa epidemia que le da a un gran se
ctor del profesorado en cuanto llevan medio año trabajando, que consiste en creerse ya un experto (y por tanto intocable) en la materia. El problema de esta enfermedad es que es altamente contagiosa, y que uno se da cuenta rápidamente que es incompatible con el "padrismo" o "padritis" (tener en consideración a los padres de la criatura con que trabajamos) o con algo mucho peor, el "administracionismo agudo de estómago", que hay que tener estómago para tragarlo, por consistir en estar de acuerdo con la administración.

Por eso un gran número de nosotros y nosotras decide "motu propio" que se le pegue esa enfermedad, algo así como hace uno con la varicela cuando es pequeño, que es mejor pasarla cuanto antes. Y al igual que ésta, deja marcados nuestros genes para siempre. Muchos de nuestros colegas piensan que es preferible un "mal menor" para toda la vida, que las otras dos enfermedades antes descritas, mucho más fulminantes.

----- (Compañero visiblemente feliz
porque comienza su expertitismo)

Ocurre que cuando uno lleva tres meses (no hace falta mucho más) empiezan a olvidársele los sueños de juventud, la adolescencia... es el primer síntoma (similar al alzheimer). Seguidamente, si uno es padre o madre automáticamente se le olvida también este papel, y el de ser de izquierdas, o de derechas, o creer en algo en la vida. Aquí la cosa empieza a agravarse.

Más adelante, cuando uno tiene sus primeros encuentros con las familias y con la administración, puesto que suele suceder que éstos contagian la "padritis" y el "administracionismo", uno decide mucho más pegarse a aquéllos que han sido aceptados por la sociedad a pesar de que su expertismo les haría merecedores de un buen psiquiátrico.

Por otra parte, suele suceder que en cuanto uno acude a uno de esos
utilísimos curso sobre "Las TIC, los espermatozoides en Australia y su didáctica"... ya la cosa llega a su apogeo. "Encima, me formo para ser aún más experto", "¿Y luego va a venir un padre, una madre o la administración a decirme a mí lo que tengo que hacer?".

Los daños colaterales que provoca esta enfermedad son la soledad, la tristeza, el desamparo, la monotonía, el aburrimiento y la desidia... todos ellos males menores comparados con la padritis y el administracionismo.


(Algunos insignificantes
daños colaterales)

Por eso si alguien sigue siendo tan suicida como para pensar que es mejor no caer en el expertismo sepa que no me hago responsable de lo que voy a decir a continuación.

EL TRATAMIENTO PARA EL EXPERTISMO CONSISTE EN

SABER ESCUCHAR Y SABER DIALOGAR,

duras palabras para cualquier experto como nosotros.

Ustedes verán lo que hacen.

Yo me lavo las manos si luego son tan ruines de llevarse bien con su alumnado, sus familias o con alguien que medianamente pertenezca
a la administración o sea un cargo superior.



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