sábado, 10 de febrero de 2007

Desde el silencio

Hoy me doy cuenta de nuevo de que la gratitud, motivación y criterio del alumnado existen. Sí, sí, han escuchado bien, ese mismo alumnado de Secundaria que tiene la culpa de todos los males de la sociedad en cuanto a violencia, drogas, acoso, fracaso, desmotivación... Ese alumnado que necesita aulas de castigo, mediadores, expertos en todo, tratar la ciudadanía como algo independiente al resto de su vida, ese alumnado que necesita la religión porque al final Dios es lo único que queda... Ese alumnado sabe distinguir lo bueno y lo malo que se le da cada día desde el aula.

Ha ocurrido que dando una vuelta por internet me he encontrado de repente y por pura casualidad (creánme) con el blog personal de la típica adolescente de 15 años, y entiéndase aquí la palabra "típica" de la forma más dura e irónica posible: esa niña que está peleada con el mundo, constantemente enamorada pero no correspondida, que suspende casi todo, que se pelea con algunas compañeras... Esa niña había colgado en el blog el texto de una canción en inglés que estuvimos trabajando en clase.

----> (La luz al final del túnel,
vida después de la muerte)












Cuando un alumno o alumna nos pide que le demos la referencia de un CD o una película (o que le hagamos una copia), nos pide una fotocopia de un texto, nos solicita un libro, nos pide volver a hacer ésta o aquélla actividad... en esas situaciones uno descubre que hay vida después de la muerte. El problema está en quienes tienen asumidísima la muerte y vienen habitualmente al Centro Educativo a morir. Tema escabroso donde los haya: a los muertos hay que dejarlos en paz.


Con ese mismo afán de búsqueda será como alcanzaremos la conexión con la adolescencia, conectando unas veces, otras discutiendo, reflexionando, proponiendo, participando... y sobre todo... teniendo en cuenta que lo que tenemos delante son PERSONAS con vidas propias e independientes, futuros que se van construyendo desde la incertidumbre del presente. Propiciémosle a estas personas que conviven con nosotros las máximas posibilidades desde el ruido de nuestras aulas y desde el silencio de su reconocimiento.


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