jueves, 23 de noviembre de 2017

Normativa postmoderna

Quiero dejar claro, antes de nada, que este post no es una crítica a la LOMCE, o no lo es SOLO a la LOMCE, sino a absolutamente toda la legislación educativa existente a nivel nacional y autonómico desde la LOGSE hasta nuestros días. No hay, por tanto, interés alguno en mostrar mi apoyo o crítica expresa al gobierno, la oposición, o cualquier otra opción política... entre otras cosas, porque tampoco tengo demasiada fe en que cambien las cosas. Solo quiero poner encima de la mesa algunas contradicciones. Tengo la sensación de que son tantas, que sería inabarcable. Seguro que se me escapan algunas. Solo expondré a continuación las que considero más relevantes:

Se defiende la inclusión, como principio transversal a todo el sistema educativo, pero se permiten agrupamientos flexibles de nivel, adaptaciones curriculares (siempre para los mismos grupos sociales), matemáticas "fáciles" y "difíciles", reválidas, diagnósticos y más diagnósticos, programas de mejora de los aprendizajes... eufemismos de "grupos de listos y tontos". Cada día hablo más claro, lo siento.

Se defiende la libertad religiosa, y lo que se consigue también es, especialmente en contextos multiculturales, agrupar a todo el alumnado católico, blanco y de clase media en los mismos grupos. Las personas de otras nacionalidades y creencias religiosas, mejor en otro grupo distinto, no sea que "se les pegue" algo.

Se defiende el bilingüismo, porque vivimos en un mundo global que necesita idiomas (especialmente, el inglés) para desenvolverse. Sin embargo, el sistema decide de mil maneras quién debe ir o no a bilingüismo. A veces, amparándose en la excusa de los recursos, otras veces, directamente agrupando a los "tontos" (de nuevo) en los grupos no bilingües. Incluso está el argumento de la libre elección de las familias, que no es más que puro y duro determinismo social: ya sabemos de antemano quién va a elegir o no bilingüismo, y qué perfil va a ir o no a determinados grupos. Si algo es bueno, lo debe ser para todas las personas.

Se defiende dar la mejor educación posible, y de calidad, y sin embargo los niños y niñas que entran en Secundaria con malas calificaciones en matemáticas y/o lengua, van directamente a refuerzo de lengua o matemáticas, sin opción a cursar otra optativa, como francés. Me gustaría que me explicaran cuál es la teoría pedagógica por la cual alguien que suspende matemáticas no puede aprender otro idioma.

Se defiende la ciudadanía democrática, educación para la paz y convivencia, diálogo... pero se anula el poder de decisión del Consejo Escolar y del Claustro en favor de una Dirección (ni siquiera equipo directivo) omnipotente, que decide en cada momento a quién dar o no dar voz, sobre qué temas...

Se defiende la innovación pedagógica, las alternativas metodológicas, otras formas de evaluación, pero no se forma al profesorado para ello, y la formación sigue siendo voluntaria, fuera de horario escolar, y no hay ninguna exigencia, rendición de cuentas, o evaluación del impacto en las prácticas docentes, entre otras cosas porque no existe una carrera profesional docente. Y hace mucho que sabemos que es necesario.

Se defiende la educación global, por competencias, antes "básicas", ahora "clave", pero antes y ahora sigue habiendo competencias de primera y de segunda clase. Con las pruebas de diagnóstico, con los informes PISA y con otros inventos autonómicos. La competencia lingüística y matemática parecen seguir siendo, como antaño con las matemáticas y lengua, la máxima expresión de nuestra civilización, o de lo que significa "tener nivel". Lo demás son "Marías" (se sigue utilizando el término sexista), inutilidades... a excepción del inglés, que últimamente ha subido al Olimpo de las "imprescindibles". ¿De verdad han leído o se creen a Gardner?

Se defiende una evaluación continua, global, por competencias... pero se fijan reválidas, se evalúa sobre todo con exámenes escritos (imposible, con una sola herramienta, medir competencias), siguen los exámenes de acceso a la Universidad...

Se defiende la apertura de los centros a la comunidad, al entorno, pero sigue habiendo una gran ambigüedad sobre cuándo, cómo y para qué debe entrar esa comunidad. Tanta ambigüedad, que dependiendo del Inspector o Inspectora de turno, o la Consejera o Consejero de turno, promoverá la apertura, o inoculará el virus del miedo entre el profesorado (por "si pasa algo..."), o se ponen mil trabas burocráticas (proyectos, plazos, documentos...) para mantener los centros cerrados y dando argumentos al profesorado más inmovilista.

En definitiva, el sistema educativo está instalado en el "todo vale", en la falta de referentes claros y concretos. Nuestro sistema educativo sigue corriente filosófica mayoritaria de nuestro tiempo: el relativismo moral e incluso profesional (propongo utilizar "relativismo profesional") más radical. Da igual lo que hagas, siempre que lo justifiques en los papeles. Las prácticas, se supone, vienen por inspiración divina, o por arte de magia desde los papeles al aula.

¿Difícil de arreglar? Llamadme iluso, pero creo que no es tan difícil aplicar lo que dice el sentido común, o lo que se hace en cualquier profesión: hacer lo que se sabe que funciona, en otros lugares, en otros contextos, estar al tanto de lo que las mejores teorías y prácticas pedagógicas nos dicen, copiar lo que hacen los mejores sistemas educativos del mundo. Claro, que eso significa renunciar al ombligo ideológico de cada partido (o peor aún, a sus intereses electoralistas), y al amiguismo de "mi amigo el gurú educativo que va a revolucionar la educación en España", previo cheque al portador. Igual sí, soy un iluso.

Mientras tanto, seguimos...

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