Si todos nuestros actos resultan expresivos, nuestra energía produce sonido, y sonido y expresión son música... entonces la humanidad misma es música. Quizá no se trate tanto de silencio, sino de sonar afinados, de ensayar en grupo, ¡que ya llevamos bastante trabajado individualmente y en silencio! La clave probablemente estará en empastar las voces, desarrollando un trabajo individual en voz alta que sea válido y contribuya al bien de la orquesta.
Siglos, milenios de silencio, autismo autoritario inherente a la tradición. Mil veces fueron acallados los gritos de desesperación fundada, las denuncias de tristeza consumada, absorbida, interiorizada... Cantemos, gritemos, toquemos todos juntos o simplemente hagamos ruido, pues será que estamos vivos.
No al silencio de la sinrazón. El ruido, el sonido, la música como el cambio son importantes por sí mismos, independientemente de su contenido, su fuerza, su afinación, su capacidad expresiva. Más adelante, poco a poco, haremos que todo suene bien.
FELIZ NAVIDAD