Para colmo, y deteniéndome un poco más a analizar el caso, ni esta persona ni nadie en su familia más cercana tiene un alto nivel de estudios. Son personas humildes, trabajadoras, nobles, que se esfuerzan al máximo por llevar un sueldo a casa, que les permita subsistir.
En fín… me sale del alma pensar si todavía se podrían autorizar lobotomías en casos extremos, como el de esa profesora... Y me quema por dentro la impotencia de pensar que haya mucho más profesorado que se dedique a estigmatizar, etiquetar y clasificar (cuanto antes, mejor) al alumnado. Alumnado que, en la mayoría de los casos, terminará "no sirviendo para estudiar, como le pasaba a su padre y a su abuelo", y por tanto, condenado a un destino prefijado por quienes no lo apoyaron, no creyeron en sus posibilidades, y a la edad de seis años le colgaron el cartel de "lento", "torpe", "tonto", o "atrasado".
¿Es eso lo que esa docente querría para su propio hijo o hija? Entonces… ¿POR QUÉ LO HACEMOS CON LAS HIJAS E HIJOS DE LOS DEMÁS?
1 comentario:
Muy bueno Luis. Llevas toda la razón, no solo el profesorado o la escuela, toda la sociedad sufre una enorme necesidad (casi enfermiza) de etiquetar buscando quitarse "problemas" (responsabilidades) de encima. Y así nos va... Enhorabuena por el post!
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