Se lo debía. En el Cavite (como a ellos les gusta llamar a su centro), todo un grupo de docentes, de grandes profesionales involucrados en una realidad a veces difícil, a veces incluso muy difícil… consideran que es imprescindible crear una Comisión formada por profesorado, alumnado y familias, que lleva por nombre "Comisión del entusiasmo y de metodología".
Esta idea surgió de una profesora de este claustro, y el entusiasmo, argumenta esta profesora y también el resto de compañeras y compañeros, es imprescindible para cualquier cosa que se haga en la escuela, y especialmente para la metodología de aula, aunque también para las actividades complementarias y extraescolares. El entusiasmo, dicen, debe impregnar todo el centro.
Gracias por la lección que nos dais al resto de profesorado, a las a veces desesperanzadas familias y a la sociedad en general, una sociedad cada vez más apática y sin rumbo. Un mundo donde los sueños, la ilusión y el entusiasmo (tres vértices de un mismo triángulo) se erigen como la única esperanza posible.
Gracias por creer en el entusiasmo como motor de la educación, como eje transversal de la vida de un centro.
Sin eso no hay nada. Cualquier contenido, cualquier actuación, cualquier paso que demos en la escuela (acaso, también en la vida) debe hacerse desde el entusiasmo.
Por eso, y por todo lo que estamos compartiendo en los últimos tiempos, todo lo que aprendo cada vez que me acerco a vosotr@s, os lo debía…
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