miércoles, 20 de octubre de 2010

El derecho a cambiar de opinión, el derecho a aprender

Después de mi anterior entrada, y como hago casi todas las veces que publico algo, le pido opinión y reflexión a personas cercanas, personas a las que quiero y me gusta saber su postura al respecto...

En este caso, ha sido mi hermano quien me ha dicho: "vale, de acuerdo, mejor hipó
crita que relativista, pero yo es que a veces pienso una cosa muy firmemente y poco después me veo diciendo lo contrario en una conversación".

Evidentemente, si yo no creyera en el derecho a cambiar de opinión, probablemente no sería maestro. El cambio de opinión significa que has aprendido, que has sido capaz de ver una realidad que antes no veías, has sido capaz de ponerte en situación, de ponerte en la piel de quien te habla, de situarte en un contexto concreto. Significa que somos humanos. Significa que aprendemos.

También ocurre que, en la complejidad de las situaciones humanas, de las relaciones, de la sociedad, es imposible contemplar todos los prismas, todas las posibilidades en las que una afirmación es sostenible, o todas en las que no lo es. Por eso, tendremos que avalar una y mil excepciones contínuamente ante cosas que creíamos cerradas, concluidas.


Pero esto no tiene nada que ver con el relativismo, y por eso creo que se siguen manteniendo los argumentos de mi anterior entrada. El relativismo es cuando "estructuralmente" nada se reconoce como cierto, no hay punto de partida, no hay posicionamiento previo, no hay más que indiferencia y la firme creencia de que "todo depende de como se mire", o "todo depende de la cultura", o del individuo.

Hay que decirlo firmemente: hay cosas, como la igualdad de oportunidades, los derechos humanos, la democracia (la auténtica, la cotidiana, no solamente la de cada cuatro años)... que son incuestionables. NO DEPENDEN DE LA CULTURA.


Y además, retomando el argumento respecto al cambio de opinión, quien cambia de opinión sigue construyendo: construyendo una imagen del mundo o de sí mismo, construyendo una opción, una línea, una dirección, un sentido, un significado... aunque el cambio de opinión sea radical, también se estará construyendo.


El relativista es incapaz de construir, y se escuda en las formas y en una estructura vacía de contenido: todo da igual, todo debe ser "a las claras", porque "todo es bueno", o "todo es malo".


Por favor... repito... no lo voy a decir más... "Mejor hipócrita, o mejor que cambie de opinión, que convertirse en un asqueroso relativista".

Hermano, el tema no da para más. Empezamos ya a rallar al personal.

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