viernes, 20 de junio de 2008

Let it be

Desde este rincón de mi escuela que un día fue mi aula, recién pintada de color verde oscuro, donde un orientador algo chalado (como "de ciencia ficción") me recibió con los brazos abiertos, donde me reencontré con una antiquísima amistad cuya vida se había transformado por completo, tal vez por esas cosas de la edad y el destino...

Desde este rincón que hoy es Departamento pero fue lugar de encuentro, de reunión, de canciones, de guitarras, de sueños por alcanzar...

Desde este rincón escribo hoy porque llega el momento de "dejar estar" a esta escuela.

Lo mejor de todo es saber que algunas personas, algunos sueños, algunos modos de hacer, abrazos, sonrisas, ilusiones... permanecerán en el tiempo y podremos recuperarlas en otro contexto, no sé si con la misma chispa del principio pero seguramente con mayor profundidad. La piel vieja y arrugada es más áspera, pero guarda aprendizajes y sentimientos más fuertes. El árbol maltratado por el tiempo ha visto generaciones y generaciones de vida a su alrededor, y a pesar de los malos momentos continúa dando sombra.

Lo vivido nos ha transformado para siempre, y estoy convencido de que nos ha hecho mejores.

Sin esos cientos de abrazos por los pasillos, esas tres mil melodías gritadas al mundo, esas reflexiones internas y en voz alta, esos diez mil viajes programados (y solo uno realizado), esos momentos de aprendizaje y disfrute que hemos procurado a todo el que nos rodeaba, esos sueños inalcanzables que aún hoy por hoy sobreviven... sin todo eso, mi escuela probablemente no hubiera sido mi escuela, y me atrevo a decir que mi forma de ver la vida tampoco sería igual.

Mil gracias a ese orientador que a pesar de todo sigue en la lucha, que admite la derrota como parte del proceso, que tiene el don de ensalzar lo positivo y es una de las mejores personas (en sentido amplio) que he conocido en mi vida.

Mil gracias a ese pequeño saltamontes que presta oidos, ilusión y lucha desde el día a día, desde lo más cercano, desde donde de verdad se hacen las transformaciones, desde el aula, impregnando de cariño cada momento y a cada persona que se cruza en su camino.

Mil gracias a nuestro profesor más reflexivo, ese profesor de lengua extranjera que se esfuerza por comprender todas las posturas, por conciliar y reconciliar, por entender todas las lenguas y dar pequeños pero firmes pasos, con enorme sensibilidad musical.

Mil gracias también al pitufo gruñón, a la voz muchas veces discordante en lo superficial pero de acuerdo en las cosas verdaderamente importantes, trabajadora incansable, perfeccionista extrema, ilusionadora e ilusionista, fabricante de sueños.

Mil gracias a otros y otras que antes se alejaron de este hogar que fue nuestra escuela: aquella profesora de lengua que era la voz de nuestra conciencia y avisaba siempre acertadamente, aquellos profesores de sociales que soñaban construir una sociedad mejor, aquel artista descentrado pero comprometido, aquel asesor irónico y ácido pero siempre disponible, aquellas personas de la universidad que nos orientaron y nos dieron aliento...

Sudbury, Barcelona, Comunidades, Coros, Guitarras, Reuniones, Ilusiones y Desilusiones, la Autonomía, la Democracia, Grupos Interactivos, Voluntarios, actividades conjuntas... se agolpan en mi cabeza y me hacen sentir que he vivido, que he aprovechado cada momento gracias a esas personas que encontré desde mi escuela.

No quiero terminar esta entrada como empezó, con un "let it be", sino con un "to be continued"... otros puertos encontrará nuestro barco, y nuevas batallas vendrán, con la ventaja de lo que ya sabemos, de lo que ya somos, de saber que se puede descolgar el teléfono en cualquier momento o encontrarnos en cualquier lugar para recibir ese soplo de aliento necesario. Ya digo... "continuará".

Miles de gracias también, como no, a esos niños y niñas, único motivo de ser de nuestros actos.

Miles de gracias a las familias, que en su día demostraron que de verdad les interesaban sus hijos e hijas, y que solo necesitaban ser escuchados para contar con su incondicional apoyo.

Miles de gracias a todos ellos y ellas.

Para el resto de personas que habitan en mi escuela, que también las hay y las he intentado retratar en este blog, para esas otras personas tengo un mensaje reservado de despedida:

¡¡¡¡¡¡ A PELARLA !!!!!!



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

El tiempo se nos pasa muy deprisa; el tiempo de la amistad, el tiempo de las ilusiones, el tiempo de los ojos enredados en sueños: los días en que compartíamos puntos de vista, libros,proyectos,miedos y entusiasmo, aunque sean recientes, me parecen ahora muy lejanos, pero permanecen intactos cuando los observo, desde este punto en el que me encuentro ahora, con mi personal mirada del recuerdo.
Cientos de imágenes se agolpan en mi cabeza y otras tantas lágrimas en mis maltratados ojos cuando leo las palabras de ese profesor cualquiera que, por supuesto, para mí no lo es.
Hace unos días, el percusionista de la Torre de Babel me hacía caer en la cuenta de lo mucho que iba a echar de menos a ese particular gurú de nuestra tribu, a ese chico tan joven (aunque ya no lo es tanto) que tiene la virtud de contagiarnos todos los fascinantes virus que a él le atacan (que no son pocos), al profesor y amigo al que tan poco le gustan las despedidas y que, sin embargo, nos ha dedicado ésta a todos y todas los y las que lo queremos. Gracias.
Tengo la certeza de que nos aguardan otros proyectos y nuevas utopías (sin ellos, no seríamos los/as mismos/as) y, aunque no sé muy bien dónde ni cómo, volveremos a luchar por un objetivo común que nos ilusione tanto como el primero, como aquel que nos ha convertido en lo que somos ahora.
Sé que voy a seguir viéndoos a todos/as, pero no puedo evitar este nudo de nostalgia que se me ha instalado en el estómago y se empeña en recordarme todo lo bueno que tuvimos, todo lo malo que pasamos y eso tan hermoso que pudo haber sido y no fue.
A todas las personas que son y están y a las que ya se han ido pero seguirán estando siempre, gracias. Os quiero tanto.

Anónimo dijo...

Cuánto tiempo ha pasado desde estas palabras, las tuyas y las mías; cuánto ha cambiado todo; qué poco queda de aquello que fue.
Solo espero que, en algún momento de nuestras vidas, en una u otra escuela, se dé un cruce de caminos que nos permita reencontrarnos con eso tan hermoso y tan puro que tuvimos y nos obligamos a perder. Y tengamos la capacidad de verlo, de escucharlo, de sentirlo.
Creo que nos lo debemos, aunque sea por un instante.
Esta historia también merece tener un final digno para poder pasar al siguiente capítulo o para quedarse dormida para siempre sin que duela.